Blog sobre Francisco de Goya. Espacio de amistad que aglutine a todos aquellos amigos de Goya o de lo que representa Goya, a la manera de un club on line.

Autor: Real Goya Página 1 de 17

Goya dibujante

Por César Pérez Gracia

El Centro Botín de Santander, obra de Renzo Piano, expone ocho decenas de dibujos de Goya. Se considera que la genialidad es la excelencia contrastada en varios campos. Goya es un caso bastante obvio porque llegó a dominar varias vertientes de su oficio : pintor, grabador, dibujante. No hay nadie capaz de abarcarlo en todas sus facetas. De ahí su grandeza, que crece con el paso del tiempo. Goya trazó, borroneó, plasmó, un millar de dibujos. Digamos que produjo un dibujo cada dos semanas durante cuarenta años. Obviamente no todos sus borrones quitan el hipo. Pero, tiene la gracia umbría, si puede decirse así, de calarnos siempre con algún dibujo desconcertante. No son lo suyo, las «academias», digamos el dibujo a lo Bayeu o Mengs. Ceán contaba con gracia en su Diccionario que se ponía literalmente enfermo, cuando veía a Mengs rasgar, hacer añicos un dibujo, echarlo al fuego, porque al bohemio no le satisfacía. Ha habido dibujantes pasmosos, gloriosos, como Rafael o Rembrandt. Velázquez apenas ha dejado dos o tres bocetos de su mano. Goya se sentía heredero de Rembrandt en el grabado, pero como dibujante, yo diría que seguía la estela de Guercino, un maestro de la «aguada» barroca. Digamos un acuarelista de gran destreza con las tonalidades secretas de la tinta china.

En Santander, en el Botín de Piano, podemos ver un claro ejemplo del Goya Guercino, «Socorro», 1812-1820, que debería llamarse «Piedad», donde vemos a una dama y su camarera, socorrer a una anciana agazapada en el suelo.

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Al Mercado
Album F (17), 1812-1820

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Socorro
Album F (23), 1812-1820

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La atmósfera de luz y penumbra abrupta desprende el aroma de un adagio de Schubert. El chamarilero de la estampa anterior, «Al Mercado» podría ser un híbrido de Rembrandt y Guercino. Pues bien, son a mi modo de ver dos buenos ejemplos de la cima de Goya como dibujante, pero no con lápiz graso, sino con pincel a la aguada.

Luego o antes, pulula el Goya de los disparates dibujados, como «Cosa de Magia», donde vemos a un eclesiástico de rumbo, un canónigo con sus pomposas vestiduras, consultando una bola de cristal, mientras vuela por los aires. El Goya de los Disparates es único, inconfundible. Su humor visual resulta fulgurante.

Sin embargo, a veces parece salir en falso, como en el «Saturno», donde una estampa de terror resulta casi jocosa. Un viejo caníbal, un Calibán del Coso, no puede devorar cuerpos humanos con sonrisa de Voltaire, como quien se zampa un helado Haagen Dazs.

Maniatado en un camino
Album H (14), 1824-1828

El dibujo «Maniatado en un camino», 1824, refleja sus días de Burdeos, y vemos a un viejo en una pose a lo San Jerónimo, un eremita afrancesado, hmm, pero con los pies embutidos en una especie de saco de fuerza, que imagino utilizaban en los hospitales para reducir a los locos. El escenario es sucinto, el ramaje de una encina y un «tocón», una rama pelada de estampa fálica. ¿De qué males se acongoja este pobre viejo? ¿Son los males de la patria, del Madrid absolutista dejado atrás, o son los males de la edad, el invierno de Vejecía, del que hablaba Gracián? Hay una carta preciosa de ese tiempo en el que no puede ser más diáfano sobre las miserias del octogenario : «Agradézcame estas malas letras, porque ni vista ni pulso, ni pluma ni tintero, todo me falta y solo la voluntad me sobra», 20 diciembre 1825. Y en otro momento de esa misiva gloriosa, salta el maño con un desplante de fina zumba, cuando le invitan a copiarse a sí mismo, reciclando los Caprichos : «tengo mejores ocurrencias en el día». Es decir, con un pie en la tumba, el Coloso de Zaragoza, pese a estar medio ciego, sin pulso y sin dineros, azacanado en la ciudad portuaria de Burdeos, puerto negrero de campanillas en esa época, como lo fue Lisboa, sale por peteneras de artistazo que sabe mejor que nadie, las triquiñuelas de su oficio. A buenas horas le piden que vuelva a hacer caprichos cortesanos, tengo mejores ocurrencias hoy en día. No se puede decir más con menos palabras, un Séneca-Marcial del Coso.

De tiempo muy anterior, 1799, la época de Godoy, es la aguada con tinta de hollín, titulada El encuentro en el paseo, donde vemos a un galán farruco o bravucón, plantado ante una maja de espaldas. tirándole los tejos. El fulano posa como un gañán vestido de petimetre, piernas abiertas, manos a la espalda, y greñas de jacobino snob. Tiene toda la pinta de ser un retrato de Bonaparte, cuando todavía era cónsul, pero ya se le veía el pelo de la dehesa imperial. Machado retrató a Azorín como un reaccionario por asco de la greña jacobina.

Azorín fue buen lector de Montaigne, un francés francés como la copa de un pino. A su lado, Bonaparte es un botarate con humos imperiales. En todo caso, qué lejos estaba Goya, de sospechar que el Corso arrasaría su ciudad natal, porque dejémonos de aldeanismos zafios, en su cuadro de la catedral de Sevilla, se firma, como ciudadano de Cesaraugusta. Más claro, agua.

Para terminar la excursión, bien puede el espectador detenerse en la lámina «Comen mucho», trazada en Burdeos, casi con el pie en la tumba.

Comen mucho
Album G (55 (¿)), 1824-1828

Volvemos al humor infinito de Goya. Nos plasma y nos pasma con la figura de un viejo que alivia su vientre. Lo admirable es captar en semejante acción, acaso la más deslucida posible, un lado estético. Nadie ha dibujado jamás un culo más apolíneo y está como compensado por la simetría del rostro, que bien podría ser un autorretrato, lo cual le añade un plus de guasa marciana. Yo titularía esa estampa como «Caraculo», para pagarle al genio maño con su misma moneda. Lo dicho, la exposición de dibujos de Goya en Santander, vale el viaje.

César PÉREZ GRACIA

Zuloaga y Fuendetodos, 1895 – 1945 (y Parte 2)

Tras visitar Zaragoza y trabar conocimiento con la realidad goyesca de la ciudad, en 1903 empiezan las visitas de Zuloaga al pueblo y sus indagaciones a  propósito de la Casa de Goya, acompañado por José Valenzuela de la Rosa y otros amigos zaragozanos. Lo cierto es que nadie en el pueblo sabe darles razón concreta de la dicha e ignorada casa natal, que identificarán definitivamente en 1913.

Un aspecto de Fuendetodos en 1928

Al mismo tiempo, Zuloaga adelanta dinero para la colocación de la lápida conmemorativa, diseñada y regalada por Dionisio Lasuén.

En 1915 adquiere finalmente la casa y hace construir junto a ella una escuela que inauguran en Octubre de 1917, lo mismo que la casa-museo.

En 1918 edita y paga una cartilla infantil sobre Goya con un texto que encarga a José Valenzuela de la Rosa.

Se le conoce ya como “el que más sabe de Goya”.

Instalan un monumento a Goya en un altozano del pueblo, junto a la iglesia parroquial. Se trata de un busto realizado por Julio Antonio. “Erigen este monumento Ignacio Zuloaga y sus amigos. 19 de octubre de 1920”. Entre los amigos de Zuloaga hay personas interesadas, deleitantes de las Artes, como decía Zapater a su amigo Goya, anticuarios y coleccionistas aragoneses.

El 16 de febrero de 1925 se funda el Sindicato de Iniciativa y Propaganda de Aragón, que en su junta del 15 de marzo del mismo año y bajo la presidencia de don Eloy Chóliz, tomó el acuerdo de contribuir, con todo el esfuerzo que le fuera posible, a la celebración del Primer Centenario de la muerte de  D. Francisco de Goya y Lucientes.

Los desvelos de Zuloaga y sus amigos empiezan a surtir los efectos deseados y en la primera reunión de la Comisión Gestora de este Centenario de la que formó parte el SIPA, entre otros importantes acuerdos figuraron los siguientes:

“Realizar en Fuendetodos las siguientes obras: Edificar una Escuela para Niñas; Casa Consistorial y Hospedería; Expropiar unos terrenos  y viejas casas con objeto de dar toda la visualidad posible a la casa en que nació el sordo inmortal, y en el solar que resulte, proyectar una plaza en cuyo centro se tratará de colocar la estatua de Goya que se quitó del Museo del Prado, original de Llaneces, suponiendo que se consiga la cesión a Fuendetodos; desviar la Calle de Goya, para que de este modo tenga entrada directa por la Carretera y proceder a su pavimentación.” Salvo la escultura de Llaneces, la plaza hoy existente se parece mucho a la entonces proyectada.

El 8 de marzo de 1926 , reunida en el Rectorado de Zaragoza la Junta del Centenario de Goya, se acordó nombrar un Patronato de la “CASA DE GOYA”, que tendría por finalidad ocuparse de todo lo referente a Fuendetodos y velar por el prestigio y mejoramiento de cuanto con Goya se relacione en aquella localidad. Era D. Ignacio Zuloaga el Vicepresidente del mismo y Secretario el representante del SIPA; Vocales, Alcalde, Cura y Maestro de Fuendetodos. Poco, en lo sustancial, cambió el pueblo y su relación con Goya, excepción hecha de la nueva escuela de Niñas, inaugurada el 14 de septiembre de 1930.

Como relata el arquitecto provincial don  Antonio Chóliz en su ponencia en “La Cadiera”, el 23 de octubre de 1981, “de la Casa Consistorial y la Hospedería jamás se supo, al igual que del resto de las propuestas. Porque una cosa es el entusiasmo y el impulso generoso del SIPA, de los Artistas de Zaragoza, de la Universidad, de la Asociación de Arquitectos y de la Asociación de la Prensa….”  del ruralismo, del amor a los pueblos, del apoyo moral a Goya y Fuendetodos que le debe Zaragoza y Aragón, y otra muy distinta la realidad. Y a mayor abundamiento “fue una injusticia imperdonable en la forma que se trató a Fuendetodos en la liquidación de aquella fatídica Junta del Centenario, que en vez de premiar sus anhelos de redención, le castigó con crueldad por no doblegarse a bajezas que le repugnaban”. Pero corramos un velo de obligado olvido y veamos con optimismo lo poco o mucho que posteriormente se ha ido haciendo hasta hoy mismo.

“Expoliada la casa de Goya durante la guerra civil, una vez restablecida la paz, el SIPA logró fácilmente de los vecinos de Fuendetodos el que cedieran, graciosamente, enseres y mobiliario que sustituyese al desaparecido del primer acondicionamiento realizado por Ignacio Zuloaga”.

La historia desde entonces está mucho mejor conocida y ya sin la aportación de su transformador, de su mejor activista, de ese enorme luchador que fue don Ignacio Zuloaga, a quien Fuendetodos y Aragón le deben todo el respeto, el reconocimiento, la admiración y el amor que merece. Goya y Zuloaga se hicieron a sí mismos y ellos solos, o casi, forjaron sus respectivas personalidades que muchos aragoneses supieron reconocer y admirar. También en vida sufrieron el vacío de las autoridades y de quienes, pudiendo hacer y ser positivos, no quisieron. Dejó abierto el camino que entre todos deberíamos seguir trazando, por el bien de Goya y de nosotros mismos. Han transcurrido ya 189 años desde la muerte de Goya y seguimos teniendo la gran suerte de que nos quepa la esperanza de que otros vendrán algún día y Fuendetodos llegará a alcanzar el sueño de Ignacio Zuloaga y de quienes con él y con su espíritu han colaborado, entonces y ahora.

Gonzalo de Diego

Zuloaga y Fuendetodos, 1895 – 1945 (Parte 1)

Ignacio Zuloaga Zabaleta (Eibar, 1870. Madrid, 1945), pintor de renombre internacional, fue un personaje fundamental, por no decir decisivo, en la pervivencia de la memoria de Francisco de Goya. Tanto en Francia y, más concretamente en Burdeos, como en Zaragoza, Fuendetodos y Zumaya en España.

Sabemos, a propósito de su vida en Francia (1), que  reside allí por primera vez siendo niño, cuando su familia huye de las tropas carlistas en 1872-1875 y se instala en San Juan de Luz.

En 1883 marcha a Paris para proseguir sus estudios en un colegio de los Jesuitas. En 1889 vuelve de Roma y se instala en Montmartre, conociendo a Toulouse Lautrec y, sobre todo, a Maxime Dethomas, pintor y futuro director artístico de la Opera de Paris, conocida hoy como Opera Garnier. Este encuentro cambiará el curso de su vida: en 1895, año en el que E. Munch pinta El Grito,  retrata a la hermana de su amigo, Valentine Dethomas, con quien contrae matrimonio el 18 de Mayo de 1899. El joven matrimonio pasa el verano en St-Médard en Jalles, en los alrededores de Burdeos, en la propiedad de los Dethomas, precisamente cuando la exhumación de Goya acaba de realizarse el 5 de junio. Faltan sólo unos meses para que Freud publique su Interpretación de los sueños.

Retrato de Valentine Dethomas por Ignacio Zuloaga

 

En los años siguientes Zuloaga visita cada vez más la ciudad y se integra en el Burdeos de Goya, en donde nacerá su hijo mayor. Poco a poco la mentalidad de Goya se impregna en él y siente una admiración profunda. Busca sus obras, las adquiere y habla de ello sin cesar. En 1901 afirma que posee cinco Grecos.  “Y también tengo un Goya, de su mejor época. Y una plancha de cobre de sus aguafuertes. Es ciertamente el artista quien habla en estos términos, pero el hombre de corazón hará por el recuerdo de Goya lo que nunca nadie había hecho ni lo haría tras él”.

 

Pero volvamos un tiempo atrás para recordar que la primera iniciativa para hacer regresar los restos de Goya a España provino de la zaragozana Real Sociedad Económica Aragonesa de Amigos del País (RSEAAP), que en acuerdo del 6 de noviembre de 1863, a propuesta de don Francisco Zapater y Gómez, entre otros firmantes, requería “que fueran trasladadas a Zaragoza las cenizas del pintor aragonés don Francisco de Goya y Lucientes y que fueran depositadas en el Templo de Nuestra Señora del Pilar, en un sencillo y digno mausoleo que a este fin habría de erigirse”. Se pedía y aprobaba también que fuese la RSEAAP la que promoviera y pusiera los medios para que ambos propósitos se llevaran a cabo. La Real Sociedad se dirigió también a los descendientes de Goya, encabezados por su nieto Mariano y consiguió su aprobación.

De haber tenido éxito la doble gestión y acuerdo, los restos mortales de Goya descansarían hoy en El Pilar o, al menos, en su ciudad. Pero el empeño fracasó por falta de medios, “a pesar de haberse solicitado la ayuda de quienes la denegaron: las Reales Academias de San Fernando y de la Historia en Madrid, la de las Nobles y Bellas Artes de san Luis de Zaragoza, la del Ayuntamiento de Zaragoza, la de la Diputación Provincial de Zaragoza y la del Cabildo Metropolitano de la misma ciudad. De todas estas instituciones solamente el Ayuntamiento de Zaragoza prometió contribuir con sus fondos al traslado de restos y al mausoleo. Los demás se contentaron con ofrecer indeterminadamente su cooperación”(2).  Habían transcurrido nada menos que 35 años desde la muerte de Goya y, sin embargo, quedaba de manifiesto el notorio desinterés de la parte culta de la sociedad española en general y zaragozana en particular por un genio de la calidad e importancia de Goya. Aragón había perdido también toda posibilidad de recuperar para su tierra el cuerpo del hijo posiblemente más ilustre de su historia. Y a esa misma historia posterior me remito.

Aún faltaba un segundo intento en 1869, éste en nombre del Gobierno Español en vísperas de la revolución de septiembre y también antes de la abdicación de Isabel II. Se pretendía y había acordado que Goya fuera inhumado en Madrid el 11 de junio. En esta ocasión el intento culminó  en otro nuevo fracaso, porque en el último momento el Ministro de Obras Públicas de España mandó “suspender todas las diligencias….. por no haberse cumplido aún los 50 años de su muerte, fórmula precisa para casos semejantes”….. (sic). De esta manera seguía escribiéndose la historia….. y Aragón sumida en el mutismo más absoluto. Nada que decir, nada que hacer, nada nuevo que demostrar.

Monumento Funerario

 

Y llega el año 1899, han  transcurrido otros 36 años desde el anterior amago y 71 desde la muerte y entierro de Goya en Burdeos. Ya no hay fórmulas precisas para casos semejantes, ni zoquetes ministros de cachiporra dispuestos a impedirlo. Tras otros 20 años de gestiones, idas y venidas, papeleos, movimientos en el propio cementerio de la Chartreuse e interminables informes, será a partir de octubre de 1888 cuando el Embajador de España recibe una orden para solicitar al Gobierno Francés el transporte a Madrid de los restos de Goya. Por el camino se constata la desaparición de su cabeza y eso que había sido amortajado con ella, y de cuyo asunto hay información aproximativa muy interesante, pero  ¡por fin! nada va a impedir el definitivo traslado a España: a Madrid, por supuesto. De Zaragoza ni se habla.

Y será gracias a Ignacio Zuloaga, por cierto, que tengamos testimonio del interés de Zaragoza y sus instituciones privadas y no oficiales ni académicas, por Goya, por su pueblo natal, Fuendetodos, y por honrar, dar a conocer y perpetuar la figura de Francisco de Goya. Volvemos a la insigne figura de Zuloaga puesto que es a él y a su celo y  lucha permanentes  a quien tenemos que agradecer todos los aragoneses el que Goya tenga hoy una casa natal en Fuendetodos. Sí, una casa natal, y que dicho pueblo comenzase en 1903 a salir del más absoluto anonimato e ignorancia generales.

Tras visitar Zaragoza y trabar conocimiento con la realidad goyesca de la ciudad, en 1903 empiezan las visitas de Zuloaga al pueblo y sus indagaciones a  propósito de la Casa de Goya acompañado por José Valenzuela de la Rosa y otros amigos zaragozanos. Lo cierto es que nadie en el pueblo sabe darles razón concreta de la dicha e ignorada casa natal, que identificarán definitivamente en 1913.

 

Gonzalo de Diego

FIN Primera Parte (Mayo 2017)

 

(1) “Zuloaga et la France 1870-1945”. Mayi Milhou. Tesis Universitaria.
(2) Fauque, J. y Villanueva Etxeverria, R. “GOYA en Burdeos. 1824-1828”. Zaragoza. Ediciones OROEL, 1982.

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